Los datos son más que elocuentes: hoy los productores tienen en su poder 18,5 millones de toneladas de soja física disponible, y 8,2 millones de toneladas entregadas a fijar y sin precio, lo que significan alrededor de u$s10.000 millones en divisas -más que necesarias para la economía argentina en el último tramo del año- pero lo cierto es que lejos están de acelerar sus ventas para financiar la próxima campaña y eso se nota claramente en la disminución del tonelaje comercializado en las últimas semanas.
La brecha entre el dólar oficial y el blue, que ronda el 80%, junto a la imposibilidad de mantener su posición en dólares, desincentivan el comercio de granos y esto le pega de lleno a las arcas del Gobierno. En este contexto, según el analista Pablo Adreani, hay una solución concreta para que la rueda vuelva girar: reimplementar el diferencial en las retenciones del complejo sojero, es decir, reducir en 3 puntos el gravamen en los envíos de harina y aceite. Este diferencial le aportaría al productor un precio superior, que podría pagar la industria, de alrededor de entre 10 y 15 dólares la tonelada. “El Gobierno tiene la bala de plata en sus manos y no lo está viendo. Faltan medidas concretas para incentivar el comercio de soja y sin lugar a dudas el diferencial puede ser un aliciente más que necesario en este momento de tanta incertidumbre con el tipo de cambio”, destacó el especialista en diálogo con Ámbito.
En este marco la industria aceitera, la mayor aportante de divisas de la Argentina, también muestra los embates de la falta de materia prima para procesar, la trituración de soja en el mes de julio alcanzó a 3,51 millones de toneladas, marcando el segundo descenso consecutivo desde el mes de mayo (4,04 millones de toneladas), hasta quedar 21% por debajo de julio de 2019, el peor ratio interanual.
En tanto, el acumulado de enero a julio trepa a 22,57 millones de toneladas, 7% por debajo de 2019 cuando se llevaban molidas 24,32 millones de toneladas. De esta manera, el nivel actual de molienda de soja se acerca a la de 2018, cuando la trituración se vio muy restringida por la falta de oferta debido a la sequía que castigó a la producción. Ahora, la razón está basada no en la falta de materia prima sino en la reticencia del productor a vender.
Los cálculos, en base a las estadísticas del Ministerio de Agricultura de la Nación, dan cuenta de que, entre mercadería entregada sin precio y por vender, faltan por liquidar 26,8 millones de toneladas de soja por un total de u$s10.000 millones. En maíz la cuenta resulta en 13 millones de toneladas por u$s2.200 millones.
“Cuando el productor tiene soja o maíz tiene dólares en su poder, así es que lógicamente en este momento en el que el acceso a la moneda norteamericana está tan restringido, no quiere quedarse con su posición en pesos luego de la venta. Por más que los plazos fijos arrojen mejores tasas, no es un incentivo real para el sector. En este marco, es de esperar que de aquí en adelante el volumen de ventas de soja y maíz se reduzca y entremos en un período con baja sostenida en el ingreso de divisas”, adelantó Adreani.
Justamente la liquidación de divisas del agro, durante los primeros siete meses del año viene mostrando un retroceso del 10,5% interanual, al acumular u$s11.600 millones, versus los u$s12.900 millones conseguidos en el mismo período del año anterior.
En este marco, según las proyecciones del analista de mercado, este año la liquidación total de divisas alcanzaría los u$s20.240 millones, mostrando un retroceso del 14,6% respecto al año anterior cuando sumó u$s23.714 millones.
Finalmente, en el período agosto-diciembre se proyectan liquidación de divisas por u$s8,639 millones, una merma de u$s2.100 millones con respecto a 2019 (u$s10.745 millones).
Fuente: Ambito.com