Esta semana, tanto la ministra de Economía, Silvina Batakis, como el presidente del BCRA, Miguel Pesce, coincidieron en la importancia de sostener el mercado de deuda local, como parte clave del esquema de financiamiento, y defendieron la postura de dar salida a fondos e inversores privados que vendieron títulos del Tesoro.
“Que el Banco Central pueda afrontar (esta situación), habla bien del Banco Central”, reivindicó Batakis en una entrevista esta semana.
En la misma línea, aseguró que la política monetaria y financiera se está “articulando hora a hora” y valoró que “en la economía se generan situaciones de tensión pero en estos días vimos que el Banco Central puede manejar la situación”.
A su vez, Pesce reafirmó días atrás en una reunión con bancos el compromiso del BCRA de estar “parado en la curva de rendimiento de las letras y bonos del Tesoro para sostener el valor de los títulos públicos”.
Según un informe de Quinquela Fondos, el BCRA había comprado más de $650.000 millones hasta finales de junio y que en los primeros días de julio habría sumado más de $350.000 millones en títulos del Tesoro.
Esto se debió a un proceso de rescates de la industria de fondos comunes de inversión que generó una fuerte caída en la paridad de los bonos en pesos a principios de junio y, para cortar esa dinámica, el BCRA decidió intervenir comprando los bonos, ofreciendo liquidez y permitiendo que se acomode la curva de rendimientos de la deuda.
“Creo que es positivo y necesario que el Banco Central salga a poner un piso a los precios de los bonos, pero por supuesto es una medida de muy corto plazo y eventualmente tendrían dar lineamientos de como se sigue a partir de ahora, para reducir el contexto de incertidumbre”, aseguró a Télam Javier Casabal, estratega de renta fija de Adcap Grupo Financiero.
De momento, la mayor parte de la emisión para comprar títulos fue esterilizada por el Central -según datos oficiales, hasta el 5 de julio el stock de Leliq y pases aumentó $950.000 millones– para evitar que el exceso de pesos circulando en la economía y presione sobre precios o la brecha cambiaria.
Para Casabal, esto hace que “el efecto final sea reemplazar un acreedor (los tenedores privados) por otro (el Banco Central)” pero que la “preocupación que se genera es por el Balance del Banco Central y el respaldo de la moneda”.
“En su momento generaba preocupación que el nivel de pasivos remunerados ya hubiera alcanzado el 160% de la Base Moneteria, pero al considerar todo esto en términos reales, vemos que el nivel está todavía muy por debajo del 2018 y el nivel se mantiene relativamente estable dado que estos pasivos se licuan con la inflación”, agregó.
De todas formas, apuntó que esto “solo sirve para el muy corto plazo” ya que “en la medida que no aparezca demanda genuina en el mercado secundario, las perspectivas para la próxima licitación a fin de mes no son demasiado alentadoras” y que “a la larga deberán enviarse señales respecto del déficit para restablecer la confianza del mercado”.
Para Juan Pablo Albornoz, analista económico de Ecolatina, “el aspecto positivo de esta medida es que permitió sostener precios y tratar de normalizar un mercado convulsionado para que, de alguna manera, el mercado compre esa visión la crisis fue transitoria”.
Aún así, señaló que si la intervención continúa sería “una pésima señal”, ya que los precios no reflejarían las expectativas del mercado, sino que “es el propio sector público que sale a sostener los títulos de deuda del Tesoro” y que eso dificultaría anticipar cómo podría irle al Tesoro en futuras licitaciones.
“La consecuencia más inmediata y más negativa de la política del Banco Central la estamos viendo con la suba de los dólares financieros”, aseguró Albornoz.
Por su parte, el director de Anker Latinoamerica, Martin Vauntier, señaló que “la intervención del Banco Central fue una manera de administrar, en el corto plazo, y de tratar de ponerle un piso a los precios de los bonos en pesos”.
“De alguna manera también reflejó ahí la voluntad del gobierno de pagar esta deuda aún a costa de emisión monetaria, con todos los costos que eso tiene”, afirmó a Télam, ya que implica que “esos pesos después los tiene que esterilizar y, al final del día, termina con un balance más grande y deteriorado, con más títulos del Gobierno en el activo y con más pesos o más Leliq en el en el pasivo”.
“Creo que es un mecanismo de administración del cortísimo plazo, pero bueno tiene costos en términos de una profundización del deterioro del balance del BCRA, sobre todo si se mantiene en la escala que vimos en las últimas semanas”, apuntó Vauntier, que insistió en la necesidad de “anclar expectativas a través de un programa económico” que sea “muy sólido y creíble para el mercado”.
Para ello señaló la importancia de “una consolidación fiscal rápida” y “que estar respaldado por la política”, para que de garantías de que “se va a sostenerse en el tiempo”. “En la medida en que estas dos condiciones no estén la intervención del Central es una medida, como tantas otras, que genera costos y distorsiones y que sólo funciona a muy corto plazo”, cerró Vauntier.
Está previsto que el presidente Alberto Fernández se reúna este domingo con la ministra Batakis, quien ya confirmó su gabinete económico, para analizar medidas sobre la suba de precios y otros temas que respectan a la agenda económica de los próximos días, en los que podrían darse anuncios sobre política fiscal, monetaria y financiera.