Teniendo en cuenta que es probable un cambio en el Ejecutivo y que el proyecto sea tratado recién en diciembre, el ministro de Hacienda cumplió con la obligación legal en un tono autocrítico y pidiendo consensos a futuro
El gobierno presentó el Presupuesto 2020 en Diputados, cumpliendo así con una obligación legal, porque se estima que recién podría ser aprobado en diciembre si llegara a cambiar de signo político el Ejecutivo. El mismo prevé para el año próximo una inflación de un 34%, un superávit primario del 1% y un dólar a $75.
Fue el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, quien se acercó a la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados de la Nación. En el salón Delia Parodi, Lacunza resaltó el objetivo central del proyecto y, para lo que viene, reclamó “consensos en política económica” que permitan sacar al país de la crisis.
El reemplazante del malogrado Nicolás Dujovne comenzó con una autocrítica y luego trazó una descripción del legado macrista en materia macro. “Si lo medimos por empleo e inflación, que son las dos variables que más inciden en la vida cotidiana de las familias, los resultados del programa en curso han sido inferiores a los esperados. Todos coincidimos en la combinación de herencia, falencias del programa económico y algo de factores externos, como la sequía y la suba de la tasa de interés internacional en 2018”, expresó el funcionario.
Al hablar de la herencia K, dijo que “el desafío inicial de la política económica era enfrentar un Triángulo de las Bermudas caracterizado corregir el atraso cambiario y las tarifas rezagadas, distorsiones de precios relativos y la tensión natural de corto plazo entre crecimiento e inflación”, por lo que el gobierno “procuró una corrección gradual que suavizara el impacto social inicial, aunque para eso fue necesario recurrir al financiamiento que, en ausencia de un mercado de crédito local suficientemente desarrollado, debió buscarse en el exterior”.
Deuda
Al referirse al aumento de la deuda, Lacunza lo describió como la suma de los déficits durante un período. “De nada sirve que los lunes propongamos baja de impuestos, los martes que no bajen los subsidios y los miércoles que no aumente la deuda”, puntualizó y precisó que la deuda pública en manos privadas “asciende a un 33% del PBI”.
“La capacidad de renovación depende de las posibilidades de repago de esa deuda, que obviamente depende críticamente de la trayectoria fiscal esperada. A nuestro juicio, con ese volumen no existe actualmente un problema de solvencia respecto a la deuda argentina, sino de liquidez por la incertidumbre respecto a la trayectoria fiscal esperada en el futuro, que está precipitando dudas de los bonistas en el presente”, resaltó.
Pese a esta incertidumbre, destacó que se sentaron bases para llegar a “superávits gemelos” el año próximo o con “bajas moderadas” y graficó que “hay que destacar la robustez del sistema financiero, sumamente líquido, sin descalce de monedas que pongan en riesgo los depósitos, tanto en moneda local como extranjera”.
El ministro justificó el presupuesto al augurar: “Una vez superada la incertidumbre electoral y despejadas las dudas sobre la sustentabilidad de la deuda, se podrá retomar el sendero de crecimiento moderado a partir del primer trimestre de 2020”.